Compatibilidad dermatológica



Hay una idea que me seduce desde hace tiempo, saber cuál es el resorte que nos impulsa a sentirnos atraidos por ("con" y "hacia" valen) otras personas. Qué es esa mezcla de pasión y cariño a la que llamamos amor, yo, excéptico como soy, hablo, tan sólo, de química. Me refiero al sentimiento compartido, al uniteral no lo considero amor, sólo es un tipo de atracción fácil de confundir con otros sentimientos y motivada por circunstancias. Uno puede creer que ama a alguien por un sentido más estético que moral o social más que sincero. El hecho de no ser correspondido acrecenta la sensación de amor, pero uno debe amar al compatible, al complementario, al cómplice e incluso al contrario, como decía Machado. Eso no se da en el rechazo.

Sin embargo a veces ocurre que dos se encuentran y creen enamorarse, tan sólo por el roce de la piel o la complicidad de la mirada. De repente corre un escalofrío por la espalda de los aspirantes a amantes al tocarse las manos casi accidentalmente, en cambio saben que no tienen nada en común, que no pueden compartir pensamientos, aficiones ni sentido del humor (esto último es una señal de inteligencia compartida, a cualquier escala). Es un tipo de compatibilidad dermatológica. No creo que dure mucho.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mi nunca bien ponderado Gonzalo, espero sepas disculpar en tu infinita benevolencia la incipiente y estúpida verborrea que fluye de mis dedos, aún ateridos por la frígida humedad de las sucesivas e insultantemente vacuas botelllas de Cruzcampo, más para prever la posibilidad de que el presente mensaje (no es más que una creación en .txt que ni podrá jactarse de pasar al anonimato en html) te resulte sobremanera tedioso o prescindible (que, a fe mía, lo es) ten a bien acordarte de que la presente y sublime borrachera, un señor pedo de arte y ensayo, debe agradecerse en gran parte a tu compañía.
Divagas sobre cuestiones dermatológicamente afectivas intentando sentar una base de conocimiento que nos ayude a comprender y anticipar (pardiez, grande la empresa y vacías las alforjas) nuestras reacciones cuando interactuamos con personas de diferente (o qué rayos, hablemos políticamente correctos y añadamos el "igual") sexo y por las que por infusa ciencia en un momento determinado sentimos una atracción.
Déjame que te cuente (y si no me dejas igualmente me tomaré la libertad) que ya un tal Schopenhauer (si lo he escrito bien mañana me debes una cerveza) elaboró toda una teoría al respecto que, para seres escépticos como el creador del presente blog, habría de ser gran consuelo y Balsa de la Medusa donde las haya.
Decía este tipo, a buen seguro un borracho impenitente como cualquier filósofo que se preste que no pertezca a la religión del Profeta, que cuando sentimos una atracción sentimental por una mujer (léase por cualquier persona de cualquier sexo) no es más que su código genético (obviamente el tal e impronunciable Schopenhauer no hablaba de "códigos genéticos" pero es lo que a la vista de lo que hay debemos interpretar) coincide plenamente con el nuestro para procrear bebés sanos, guapos y fuertes. Con un poco de suerte, incluso inteligentes.
Y es que para el filósofo alemán (me niego a escribir ese nombre otra vez) el amor es un sentimiento condicionado plenamente por nuestra propia cualidad animal que lo enfoca única y exclusivamente hacia la supervivencia de la especie.
Yendo un poco más lejos, pretende con esa base explicar este tipo por qué los hombres somos más dados a la promiscuidad (léase también infidelidad) que las mujeres, ya que estas no pueden sino parir una vea cada año mientras que el hombre permanecería fértil los 365 días del año (si es bisiesto, el día que cuelga toca paja). También pretende demostrar irrefutablemente por qué no nos sentimos atraidos por mujeres contra-hechas, deformes, excesivamente ancianas o excesivamente jóvenes, ya que no están en edad de procrear.
Seamos indulgentes, el señor Schopenhauer no tenía conexión a internet.
De igual modo, su indiscutible teoría nos vendría a explicar la razón por la cual una persona no puede sentirse atraida sexualmente por una hermana o por una madre, lo cual dice bien poco de la calidad estética de sus familiares en cercano grado de consanguinidad.
Ahora bien, el pensamiento shopenhaueriano (estoy que me salgo) no explicaría entonces, puesto que el sexo tiene una función exclusivamente encaminada a la procreación y la perpetuación de la especie, a qué se deben las pajas (véase dedos inquietos para el sexo femenino) o la homosexualidad.
En cualquier modo, concluyo (que me meo) no deja de ser una teoría atractiva para quienes piensan que el amor tiene una causa eminentemente fisiológica.
Nos enamoramos de esta chica y no de aquella, porque con esta nuestros hijos serían más sanos.
Vale, alemán tenía que ser.
Pero ¿a mí qué me cuentas, Shopy, si yo me enamoro de todas...?

VALE
Anónimo ha dicho que…
Hola guapo

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