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Mostrando entradas de 2005

Panem et circenses

Hubo un tiempo en el que apasionaba ver deporte en televisión, ahora tan sólo me gusta. Es un placer prescindible si se compara con el espectáculo de una puesta de sol (no, una puesta de sol no es cada día igual, como tampoco lo es un partido de fútbol). Este cambio de actitud se fraguó en una obviedad, un día descubrí que yo no soy quien marca los goles, sino Raúl o Ronaldinho, ni siquiera les doy los pases. Yo no pedaleaba subiendo el Tourmalet, sino Perico o Miguel. Por mucho que me esfuerce no llegaré a machacar una canasta, yo no soy Gasol. Aparte de este "gran" descubrimiento hubo otro no menos evidente: el equipo o deportista al que yo apoyaba no era, necesariamente, mejor que sus rivales y, si perdía, no se debía a la mala suerte ni al desastroso arbitraje (ese que siempre parece estar en contra de los nuestros y a favor del contrario). Así las cosas, los domingos perdieron cierto aliciente para mí, si veo cualquier acontecimiento deportivo disfruto, sin más, de la es

Caminos sobre la mar

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No dejo de sorprenderme -será de tanto equivocarme- de lo que se aprende de los errores, de descubrir que éstos son fundamentales para seguir creciendo. Que sólo cayendo puede uno levantarse y que, al hacerlo, se es más alto, más fuerte, se ve más lejos. Lo importante es levantarse. Sigo atrapado en la ciudad. Imagino que para encontrarse es bueno andar perdido. Hace tiempo que descubrí que la felicidad proviene del interior de cada uno, que los factores externos aportan solamente una pequeña satisfacción estéril, puesto que cada vez te exige algo más, sin fin, sin llegar a hallar una meta, puesto que ésta no existe. Sin embargo, ahora, me ahogo en la superficialidad de la urbe, cultivando una vida social pasajera y amistades, en su mayoría, efímeras. Vago sin rumbo de bar en bar, de "flirt" en "flirt", con la firme convicción de que es, tan sólo, un escalón del aprendizaje, otra etapa de mi vida. Tengo un objetivo marcado, acaso por primera vez, el resto va a ser &

Compatibilidad dermatológica

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Hay una idea que me seduce desde hace tiempo, saber cuál es el resorte que nos impulsa a sentirnos atraidos por ("con" y "hacia" valen) otras personas. Qué es esa mezcla de pasión y cariño a la que llamamos amor, yo, excéptico como soy, hablo, tan sólo, de química. Me refiero al sentimiento compartido, al uniteral no lo considero amor, sólo es un tipo de atracción fácil de confundir con otros sentimientos y motivada por circunstancias. Uno puede creer que ama a alguien por un sentido más estético que moral o social más que sincero. El hecho de no ser correspondido acrecenta la sensación de amor, pero uno debe amar al compatible, al complementario, al cómplice e incluso al contrario, como decía Machado. Eso no se da en el rechazo. Sin embargo a veces ocurre que dos se encuentran y creen enamorarse, tan sólo por el roce de la piel o la complicidad de la mirada. De repente corre un escalofrío por la espalda de los aspirantes a amantes al tocarse las manos casi accident

Sólo de ida

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Tratando de no olvidar lo que aprendí me di cuenta que era imprescindible recordarlo, esto es obvio, pero en el caso de que algo hubiera aprendido tenía que esforzarme por que siguiera formando parte de mi vida cotidiana, estuviera donde estuviera. Los latinos decían que quien escribe lee dos veces, ese es el objetivo de este post, leer para recordar. Descubrí que uno no puede escapar de sus demonios, que estos te siguen allá donde vayas, y que lo mejor que se puede hacer en estos casos es encararlos. No fue un gran hallazgo, tampoco lo viví del todo en carne propia, sino que me fijé también en todos los que, tratando de vivir una experiencia similar a la mía, en las montañas, seguían huyendo, pensando que estarían mejor en otro lugar. Yo ya era consciente que tan sólo quería encontrar, que no necesitaba buscar, sino que todo vendría. Comprendí tambien cosas que ya sabía pero que no meditaba, que las diferencias entre nosotros tienen poco que ver con el color del pasaporte, que éste no

De ida y vuelta

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Un día, viviendo aún en el pueblo, visité el cementerio. Está en lo alto de una colina desde donde se divisa todo Salares, los viejos se sientan por la tarde en esa loma para ver la vida pasar, para comentar quién entra o sale, quién hace qué y con quién. El cementerio es pequeño, como el pueblo, y, si se puede decir en estos casos, coqueto. Lo cierto -y ésta es la idea principal- es que me asusté, no fue por los nichos llenos de flores en los que reposaban los antiguos pobladores de la villa, lo que me atemorizó realmente fue ver la cantidad de nichos vacíos que había, el darme cuenta que cada uno de nosotros tiene como destino habitar uno de esos agujeros. La llamé Roma, el día que la compré, pensando en nombres, pasé por una perfumería que se refería a la capital italiana pero en mayusculas y vi como en el escaparate se reflejaba otra palabra. La letra "R" era lo único que se leía al revés, el resto era toda una señal. Entonces tenía tres meses y era un nueve de septiembre

Vincent

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El gran hermano te vigila

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Los gusanos y las mariposas

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Mi escepticismo en materia religiosa desembocó, hace mucho tiempo, en ateismo. Es cierto que en un principio había, también, una buena carga de rebeldía contra una educación demasiado estricta en esta materia, pero, con los años, fui madurando la idea de que era absurdo dar crédito a la teoría que, desde mi punto de vista, era la menos creible, esto es, que al morir vamos a un lugar fantástico o que nos convertimos en otro ser, semejante o no, a lo que somos. Me parece evidente que el miedo a morir y desaparecer, sin más, tiene mucha culpa de que gran parte de la humanidad tenga ese pensamiento. Además, suelo creer en hechos probados. En esa eterna conversación que mantengo con el hombre que siempre va conmigo me dio por contradecirme. Fue a raíz de conocer la historia de un hombre que, estando en coma en una sala de operaciones, pudo relatar con detalle lo sucedido durante su operación. Indicó a la enfermera dónde estaba la dentadura postiza que previamente le habían quitado para entu

Como una cabra

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Ya sé, mi afición a las cabras puede parecer una patología. Lo cierto es que no tengo demasiadas fotos acumuladas en el borrador, no pretendo ser monotemático. Hay dos frases que Lorca dijo (seguro que dijo alguna más, me refiero a las que conozco) que quiero hacer mías. La primera es: "Escribo para que me quieran", la segunda: "Soy un cateto universal". En mi caso la primera es un hecho, la segunda una aspiración. Ahora que reparto mi tiempo entre la ciudad y el campo comprendo lo que aprendí en estos tres últimos años de semiaislamiento. Principalmente lo que he aprendido sobre mí y de qué modo esto influye en el conocimiento de los demás, es decir, cómo comprender al prójimo a través del conocimiento propio. Lo que más me ha sorprendido a mi vuelta es que, tres años después, muchas cosas son diferentes en Málaga pero la mayoría de personas que conocía sigue con el mismo discurso, el mismo pequeño universo, el monotema... De repente supe, recordé y redescubrí con

Indecisiones

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Quería escribir sobre amapolas, del modo en que aparecen en primavera. Aunque, realmente, no me sorprenden tanto como los almendros, que florecen cuando uno aún no espera la llegada de la estación florida. Después decidí hablar de idiomas, de las siete lenguas que distinguí en la media hora de camino desde el autobús hasta casa de mis padres. Quería hablar de lo que me gusta esa diversidad y de lo que me gusta poder distinguirlos (aunque no hablo más que un par de ellos). Pensando en lo que iba a escribir hoy decidí caminar por la playa, despues de tantos años en las montañas había olvidado esa sensación. En una cala descubrí un televisor flotando, a veces se quedaba en la orilla pero a cada ola parecía querer navegar. Pensé que podía escribir sobre esa television, sobre las migraciones de las televisiones o de los motivos que pudo tener su dueño para arrojarla al mar. Pensé que sería un buen principio para una historia. Pero no... Creo que voy a escribir sobre la indecisión, es lo que

¿La próxima revolución? Apagar la tele

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¡Anatema!, pensaréis, a la hoguera con el blasfemo, gritará otro. No se me ocurre otra forma mejor para salir del borreguismo. En unos días desarrollaré un poco más el tema, mientras tanto se buscan adhesiones. PD: Perdón por la moralina, básicamente soy contrario a cualquier tipo de doctrina, tomadlo, tan sólo, como una sugerencia.

Ajeno

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Me sería ajeno ese frio tuyo de no haber conocido centimétricamente tu mirada. Me sería ajena esa tu desidia, pero sé que la tienes estratégicamente preparada. Me perturba alguno de tus silencios aunque no me atormenta que estés callada. Eso sí que me es ajeno.

Via Crucis (primera caida)

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Era bastante reacio pero, finalmente, me he atrevido a colgar la foto de uno de mis cuadros. Está aún sin terminar y puede que nunca lo haga, cosas de la pereza.

Y, ahora que sé tanto, qué. (Quino)

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Espero que a Quino, en el improbable caso de que lo sepa, no le moleste que use un dibujo suyo para dar más sentido a mis palabras. La verdad es que me conmovió esta ilustración (en mi mala reproducción apenas se intuye lo grandioso) cargada de humor y de tristeza. Ese anciano abatido parece haberse leido todos los libros de su biblioteca, parece haber dedicado toda su vida a ello y se hace la pregunta con la que encabezo esta parrafada: "Y, ahora que sé tanto, qué". En general me da la sensación de que las personas se conforman con lo que saben, conozco a muchas que piensan que ya saben todo (no hablo de erudición, por supuesto) y que no necesitan saber más, son los que dicen frases como: "Yo ya estoy de vuelta" , "Yo he navegado mucho", "He estudiado tal y tal, eso es una garantía" o "Poseo tal distinción, soy una voz autorizada". A mí, en cambio, conforme más vivo, me ocurre lo contrario, que cuando creo saber algo encuentro otra te

El amigo del guapo

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He recibido una visita (en el anterior post, el de abajo) que me honra, que, además, me ha dejado un comentario. Es un autor conocido en todo el mundo así que, desde aquí, le rindo homenaje. Todo esto me trae a la memoria una anecdota que le ocurrió a un personaje principal del Madrid de principios del siglo XX. Recibió una carta en la que sólo se leía: Hijo de puta. El caballero en cuestión lo comentó con sus amigos y dijo: En mi vida me han mandado muchas cartas sin firma, es la primera vez que recibo una firma sin carta. Todo depende del enfoque (nada que ver con mi ilustre visitante, que conste). Cambiando de tema, sí, el troglodita que aparece en la foto soy yo, me gusta esa camiseta, me parece divertida. Me llaman la atención los que aspiran a ser el amigo del guapo o de la guapa, supongo que piensan que algo caerá de las sobras, no sé. Nunca he sido el amigo del guapo, creo que soy un solitario. Es más, puestos a elegir, me gustaría ser amigo del que se va a Indonesia para ayuda

Estimado Don Cynskeptical (dos puntos)

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Cierto, me escribo una carta, no he hecho otra cosa desde que comencé con este blog (¿cuál será la palabra en español más adecuada para "blog"?, da igual, el objetivo del idioma es comunicarse, así que será bueno que todos entendamos, al menos, una palabra). Estaba pensando en el título de éste y que, acaso, transmite una sensación de abatimiento. Mi intención era, más bien, sacarle punta y ver la parte positiva a un hecho inequívoco: que soy un escéptico y que el juego del "mundo civilizado" me resulta aburrido ¿Cuál es el objetivo?, ¿el dinero?, ¿el éxito? ¿A partir de cuánto se tiene mucho dinero? y, además, ¿qué es el éxito? Lo que, quizás, me ha llevado a ser, definitivamente, un desencantado es ver que en un mundo algo menos civilizado los cánones que rigen son los mismos y que el efecto de la globalización (o casi mejor decir la televisión) es el desear poseer más, aún sin saber bien para qué. Así que, intentando ser el burlador que se mofa de una sociedad qu

Había una vez...

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Os dejo la fotografía de esta caravana de circo abandonada en las montañas, se me ocurren muchos comentarios, pero, por ahora, me quedo con la imagen.

Voluntario

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Cada mañana, o tarde, al despertar dirijo la vista hacia el ventanuco de mi cuarto. Allí, en lo alto de una colina aparece este árbol, la ventana lo enmarca como si de un cuadro se tratase. Ya me había llamado la atención desde el primer día que llegué al pueblo, se ve desde todos los rincones, está solo, hay miles de árboles parecidos, pero todos viven en "manada" a cientos de metros. El mío (por que así lo considero), en cambio, parece que decidió apartarse del grupo y vivir su propia vida, acaso le echaron de la comunidad, prefiero pensar que no, no creo que sea un árbol tan conflictivo. Seguramente prefiere observar la vida desde esa colina mientras que los otros determinaron protegerse del viento, detras de la loma, unos con los otros, la seguridad, sí, creo que el mío es un árbol al que le gusta correr riesgos, dio un paso más. El resto le miran con una mezcla de envidia e incomprensión, cómo va a ser feliz allí, se preguntan, si nosotros no lo seríamos. Alguno incluso

Pena capital

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Sí, demasiados días sin escribir nada. Podría excusarme diciendo que no tenía nada especial que decir, esto implicaría que creo que alguien sigue mis comentarios (pecado de soberbia), pero, por otro lado, tampoco es cierto, es más, ya puestos a ser soberbios, creo que tengo muchas cosas que decir. La verdad es que soy muy vago (ups, pereza) y eso hace que me sienta, a veces, como este árbol seco de la Axarquía. Me gustaría ser como esos creadores que tienen la disciplina de sentarse cada día a hacer su trabajo (mmmh, ¿envidia?) aunque sea para destruirlo, mi poca constancia me hace perder la paciencia (vaya, ira), me digo: Gonzalo, que te den (horror, eso debe de ser lujuria). Si no arreglo esto pronto nunca llegaré a tener dinero para vivir como un marqués (claro, avaricia, ya que estamos...). Bueno, voy a comer, no puedo pensar con el estómago vacío... Ya, ya sé, no me lo digas.

Remedios caseros

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Hablando de zapatos, hay días que uno no debería salir de la cama (ya sé, aparentemente esto no tiene conexión). Quiero decir, hay dias en los que uno procura usar toda su prudencia para no decir la palabra incorrecta en el peor momento posible y ¿qué ocurre?, exactamente eso, que se dice y que el momento es peor de lo que uno se pueda imaginar ¿Cuál es la solución? : Os engañé, no lo sé (a pesar de que soy un experto en meteduras de pata). Tan sólo conozco dos pequeños bálsamos que alivian ligéramente: A) Si las personas ofendidas no os importan no os preocupeis de lo que piensan de vosotros, estarán mas preocupados de lo que vosotros pensais de ellas. B) Si os importan: Pedid disculpas del mejor modo que podais, no sé, escribid algo que no sea muy cursi, colgadlo en un blog y esperad a ver si hay suerte.

Decisiones

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Vi un reportaje de Lonely Planet que hablaba de unos pueblos al sur de España, sus costumbres, sus casas blancas, sus paisajes... Confieso que me sentí atraido por la idea de vivir en un sitio como el que aparecía en televisón, esos colores serían una gran fuente de inspiración. La cuestión es que ya llevaba un par de años viviendo allí cuando vi ese documental. Así que tomé otra determinación, apagué la tele.

Levántese el pie izquierdo (está junto al otro)

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He de admitir que soy algo torpe con la elaboración de esta página, bueno todo aprendizaje requiere un tiempo, ahora mismo me encuentro en la fase "Murphy era un optimista", espero pasar a la siguiente: "En caso de que no funcione, pruebe a enchufarlo"

Una excepción

Me dice una buena amiga, sin duda con la mejor de las intenciones, que padezco la enfermedad de la melancolía que, según ella sabe, afecta a los artistas (al menos así se creyó en otros tiempos). No es más que un cumplido inmerecido por el que me sentiría halagado de no ser por que padezco otra enfermedad del alma, la hipocondría o, mejor dicho, la aprensión. Así que ahora tengo una nueva enfermedad que añadir a mi lista de susceptibles de padecer. Por supuesto que bromeo, Churchill decia que un pesimista es aquel que ve una adversidad a cada oportunidad y un optimista el que ve una oportunidad en cada adversidad. Espero que la aprensión sea el único rasgo de pesimismo que me acompañe.

Desde mi ventana

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Hay algo que me apasiona, que es barato, que casi cada día lo tengo a mano y que, a pesar de repetirse una y otra vez, no me aburre. Creo que soy adicto a las puestas de sol. Es una de las razones por las que me gusta vivir en el campo.

Atándose los zapatos

Este viaje requiere de pocas alforjas, no obstante conviene revisar bien las maletas antes de partir. Una vez que se ha hecho esto se puede proceder con el siguiente paso, buscar un contenedor cercano y abandonarlas. Ya sé lo que tenía, a partir de ahora ya se verá. Uno tiene, a menudo, la sensación de que la mayoría de la gente que le rodea está equivocada o, en su defecto, que es uno mismo el que lo está. Táchese la opción C y D, todos y ninguno estamos equivocados, dicho de otro modo, allá tú.