Por qué estoy en contra de las corridas de toros


















Para alguien que haya nacido en España y más concrétamente en Andalucía, como es mi caso, no tiene nada de particular que se celebren corridas de toros . Dado que en mi casa existía cierta afición, durante años fui un asiduo seguidor de las transmisiones de ferias taurinas por televisión e incluso acudí a alguna plaza para verlas en directo. También defendía la necesidad de que esta tradición no desapareciera, mis argumentos eran:
a) Si yo tuviera que elegir entre ser toro de lidia o toro destinado al consumo preferiría ser el primero. El de lidia vive libre durante seis años corriendo, comiendo lo que le venga en gana y en compañía de vacas para satisfacer sus necesidades amorosas (tal vez también las de la vaca), mientras que el segundo vive en una cuadra de 2x2 metros durante un par de años, alimentado de hormonas y sin posibilidad alguna de libertad. Ambos morirán de un modo cruel, pero uno lo hará bastante más tarde y más feliz que el otro.
b) A pesar de la barbarie que es el espectáculo de sangre en la arena, uno (yo) no puede evitar sentir un escalofrío cuando ve un pase bien dado, al ver bajar la mano a Enrique Ponce, los lances de cartel con el capote de El Juli, la suerte de banderillas. La estética de la corrida, la danza entre hombre y animal (aquí no tengo en cuenta el trasfondo) o caballo-toro en el caso de una corrida de rejones, toca mi sensibilidad artística y eso es algo que yo no puedo elegir, lo llevo en la retina desde mi infancia.

Bien, estos argumentos y mil más que diera no cambian un aspecto fundamental. En una corrida de toros se mata a un animal por pura diversión y se le mata de una forma cruel y repugnante. Pensamos que la vida de un toro vale menos que la de una persona, ¿en qué se basa el ser humano para pensar que un animal se merece menos la vida que él? ¿se lo ha dicho "Dios"? ¿En qué aspecto es el hombre más beneficioso para el planeta que otros animales?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Gonzalo, tienes más razón que un santo. Suscribo hasta la última coma. Pero esto es predicar en el desierto... un saludo.

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